Por: Fernando Silva Calonge
Vicepresidente Cámara Minera de Chile
Por los años 1850 en Chile, la minería era el motor de la economía, ya éramos los principales productores de cobre del mundo, con una participación sobre el 30% de la producción mundial.
El financiamiento de estos emprendimientos mineros, se produce de manera muy compleja donde los brokers comienzan a suministrar créditos de una manera muy novedosa, en ese entonces. El auge dado por estas exportaciones de minerales hace que el país haya tenido pilares fundamentales para ser lo que es hoy, un país vanguardista en la región, tal como lo demuestra el liderazgo mundial en la aplicación de la vacuna contra este virus letal que ha aparecido en este siglo.
Muchos honorables creen que aumentando la tasa impositiva en la minera será una buena manera para compensar la necesidad sistemática y permanente del Estado para financiar su organización, la salud, la vivienda y la educación de todos los chilenos.
El solo hecho de tener un precio del cobre más alto, generará importantes ingresos a las arcas fiscales vía impuestos a la renta y royalties, además de toda la cadena de impuestos, IVA, impuestos de primera y segunda categoría, entre otros. Como si esto fuera poco, la cadena de valor se extiende hacia las instituciones, comunidades y las personas.
Es necesario hacer notar que la minería es una actividad sumamente compleja, que se caracteriza por ser muy intensa en capital, ser una actividad de operación poco flexible, de alto nivel de preparación del personal, de innovación tecnológica con infinidad de permisos sectoriales, entre otros.
Distinto a los que muchos puedan pensar, los costos en general son muy altos y donde se han postergado por años muchas inversiones que son indispensables y que permiten justamente reducir los costos a un nivel de clase mundial, estamos muy lejos del primer cuartil de costos y esto debe ser un foco para el país.
Es indispensable siempre sensibilizar a los inversionistas, incluido el Estado, para que invierta capital para que pueda desarrollar y mantener las minas y así continuar liderando la producción de cobre, el solo hecho de tener hoy día un precio más alto permite que Chile pueda tener mucho mayor ingreso en el erario nacional, producto justamente de los beneficios puntuales que están surgiendo en este momento.
El precio del cobre es cíclico, es cosa de estudiar su historia, donde hace algo más de dos décadas, el cobre tenía un precio 0,45 USd/libra, las voces que se levantan en relación al aumento a la tasas de impuestos, deben ser acalladas aquí, ya que intentan subir los impuestos, pues lo único que se logra en el mediano y largo plazo es la evasión de capitales frescos públicos o privados para mantener la producción, el sitial que Chile tiene y que ha ganado en su historia en la producción del cobre.
Por otro lado en estos tiempos no podemos olvidar que existen medianas y grandes mineras con costos sobre los 2,5 y hasta 3 dólares por libra. Por ello, lo adecuado es lograr materializar inversiones postergadas en el tiempo lo cual genera faenas mineras con mayores costos, con la materialización de estas inversiones, se logrará bajar los costos, y, por tanto, aumentar los ingresos producto de los impuestos.
En la actualidad, el desconocimiento general que existe de la minería, ya ha hecho que no seamos un país deseable de invertir, el Instituto Fraser, de alta reputación, nos ha rankeado muy bajo en el interés de los capitales para invertir en Chile, y nunca imaginamos que estaríamos detrás de una provincia de Argentina, Salta. Chile ha logrado reducir el interés mundial por su minería donde los permisos sectoriales son una barrera inmensa.
Es importante recordar que a finales de los ochenta y a principios de los noventa Chile producía dos millones de toneladas de cobre anuales y era una potencia mundial, hoy produce cerca de 6.000.000 de toneladas, este aumento en la producción se debió justamente a políticas públicas de incentivo a la inversión minera, un país minero estable, con reglas claras, con una jurisprudencia adecuada hizo que viniesen muchos capitales a desarrollar las minas que existen en el país.
Si no hay política de fomento a la inversión, la actividad se va a ir durmiendo, deteniendo y, en fin, disminuyendo en el tiempo. La única manera para mantener una minería pujante, fuerte y energética es que se cuente con políticas estatales adecuadas que no son ningún regalo por lo demás, son políticas de fomento en un país ordenado y organizado.